La Espina de Karaba es la espina de África
Introducción:
Los nuevos tiempos nos han convertido en jueces y fiscales altamente despiadados. Hoy, todos juzgamos de manera firme y sin remordimiento. Lo cierto es que muy pocos nos centramos en la causa, pues es más fácil juzgar a partir de la consecuencia. En Kirikou y la Bruja, el pequeño nos da una lección muy valiosa; no se conforma con el miedo generalizado hacia la temible bruja Karaba. Mientras todos la ven como un ser maligno e imbatible, él tiene la valentía de preguntar: "¿Por qué eres mala?" La respuesta de Karaba es tan sencilla como desgarradora: "Porque me han hecho mucho daño."
Al igual que África no es escoria, una civilización sin historia, Karaba no era mala por naturaleza; era una herida viva. Su maldad no era más que el lenguaje torcido de un dolor sin sanar, de una espina mágica clavada en su cuerpo que la envenenaba día tras día. Y cuando Kirikou logra arrancar esa espina, Karaba no solo recupera su bondad: su aldea entera recobra la vida.
Hoy, África —y Guinea Ecuatorial en particular— caminan con una espina enterrada en sus entrañas. Como Karaba, son vistos a menudo con miedo, desprecio o condescendencia. Pero detrás de esa imagen distorsionada, late una verdad más profunda: no somos malos, débiles, ni incapaces; estamos traumados.
La gran pregunta es: ¿Quién será Kirikou para África? ¿Quién será Kirikou para Guinea Ecuatorial? ¿Tendremos el coraje de arrancarnos la espina o seguiremos con el típico: no seré yo quien cambie Guinea?
I. La Espina Invisible de África
África no nació en la miseria ni en el atraso como hoy se nos está haciendo creer. Durante milenios, fue cuna de civilizaciones, de ciencia, de comercio, de culturas sofisticadas y profundas. Pero luego vinieron siglos de heridas:
La esclavitud que desgarró generaciones enteras.
La colonización que humilló, explotó y despojó.
La creación de fronteras artificiales que sembraron guerras fratricidas.
La dependencia económica forzada a través del expolio de sus recursos.
La manipulación política de potencias extranjeras, que instauraron o sostuvieron dictaduras.
Cada una de estas heridas dejó una espina. Una espina que no se ve, pero que sangra. Una espina que no duele solo en el pasado, sino que sigue doliendo en el presente, en cada conflicto, en cada injusticia, en cada oportunidad negada.
Como dijo Thomas Sankara: "Nuestra revolución no consiste solo en cambiar de gobierno, sino en transformar profundamente nuestra mentalidad, nuestras estructuras y nuestra economía." No basta con eliminar los síntomas de la espina; hay que arrancarla de raíz.
Siempre he pensado que el miedo generalizado en muchos africanos se basa en la idea de que, si no seguimos estrictamente las formas occidentales, acabaríamos pereciendo, pero es justo lo inverso: si seguimos acoplando todos los sistemas occidentales sin filtro alguno, será nuestra perdición.
II. La Espina que Asfixia a Guinea Ecuatorial
Guinea Ecuatorial es un microcosmos de esta tragedia. Una tierra bendecida con riquezas naturales, con culturas diversas, con una juventud vibrante. Y, sin embargo, atrapada en un ciclo de dolor:
La riqueza petrolera convertida en maldición en lugar de motor de desarrollo.
La corrupción que asfixia toda esperanza genuina de cambio.
La falta de confianza entre compatriotas, sembrada por años de miedo y represión.
El olvido de nuestras lenguas y tradiciones, y la adopción acrítica de modelos extranjeros.
La juventud dividida entre el deseo de huir o la resignación amarga a la mediocridad.
La espina está ahí: hundida, infectada, alimentando una imagen falsa de incapacidad, pasividad y desesperanza. Chinua Achebe dijo: "El problema no es que no tengamos héroes, sino que no reconocemos su existencia cuando se presentan." Tal vez el héroe no sea uno solo; tal vez el héroe colectivo sean las nuevas generaciones despertando.
Ningún héroe vendrá de fuera para salvarnos, cada ecuatoguineano debería considerar responsabilidad suya no necesariamente cambiar el país, sino crear mejores condiciones para las futuras generaciones. Pues ya no se trata de cambiar Guinea, si es que nadie se atreve a ello, pero, ¿también diremos no a brindarles un entorno adecuado para nuestros conciudadanos?
III. Cómo Arrancar la Espina
No basta con gemir ni lamentarse por la herida. No basta con indignarse o esperar un salvador. Como Kirikou, debemos actuar:
Despertar una conciencia histórica: entender nuestro pasado no para quedarnos atrapados en él, sino para liberarnos de su peso.
Sanar nuestras divisiones internas: dejar de mirarnos como enemigos, y reconocernos como hermanos heridos.
Transformar la educación: enseñar a pensar críticamente, a crear, a resistir, a innovar.
Crear economías que fortalezcan nuestras comunidades: que diversifiquen nuestras fuentes de riqueza y nos den autonomía real.
Reconectar con nuestras raíces culturales: porque quien pierde su identidad, pierde su alma.
Cultivar un liderazgo valiente, ético y visionario: no caudillos que buscan poder, sino servidores que buscan sanar.
Aunque no me entusiasma considerar al conocimiento como arma, sino más bien como una RESPONSABILIDAD, en palabras de Mandela: "La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo." El cambio no vendrá de promesas vacías, sino de un pueblo que conoce su valor y su historia.
El Desafío Final
África no es un continente maldito. Guinea Ecuatorial no es un país condenado. Son seres heridos que esperan su sanación.
Hoy más que nunca, necesitamos héroes humildes pero tenaces. No héroes de película. No salvadores mesiánicos. Sino ciudadanos comunes que actúan, que curan, que reconstruyen.
¿Te atreves a ser uno de ellos? No esperes al "momento perfecto". No esperes a que "otro" lo haga. La historia no la escriben los que observan; la escriben los que actúan.
La espina sigue allí, envenenando nuestro futuro. Es hora de acercarnos al dolor, de enfrentarlo, y de arrancarlo de raíz.
Seamos los Kirikous de nuestra generación. Seamos quienes devuelvan a África su verdadera luz. Seamos quienes devuelvan a Guinea Ecuatorial su dignidad robada.
No hay tarea más grande. No hay destino más digno. No hay tiempo que perder.
Muchas Gracias por sus palabras!!! Lo cierto es que sí, lo intento, pero no sé todavía si llego al nivel de crack.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de abrir mentes, en la actualidad, la gente ya necesita algo un poco más fuerte que "palabras acertadas" para cambiar de actitud, por tanto, yo no esperaría tanto, de hecho, NO ESPERO NI QUE SE ME CREA..