Los jóvenes NO SON EL FUTURO, NUNCA LO HAN SIDO.

 

Introducción

 La idea tradicional de que “los jóvenes son el futuro” es, como mínimo, descabellada o simplemente limitada; en realidad, el verdadero futuro de las sociedades radica en cómo los adultos moldean el presente, qué consideran importante y cuáles son los valores establecidos como supremos. Los niños representan tanto nuestro pasado como nuestro presente, encarnando la inocencia y el potencial latente. Los jóvenes son el presente de las sociedades y un posible futuro para los niños, reflejando las oportunidades, valores y aspiraciones de hoy y ahora. Los adultos, por su parte, son el presente de las sociedades y un posible futuro para los jóvenes, actuando como modelos y mentores que guían a las nuevas generaciones. Es esencial entender que los niños no solo son nuestro pasado y presente, sino también la semilla de nuestro futuro. Los jóvenes, con sus decisiones y acciones, están moldeando ese futuro en tiempo real. Los adultos tienen la responsabilidad de proporcionar el entorno y las oportunidades necesarias para que tanto niños como jóvenes puedan desarrollar su máximo potencial, dado que, solo entonces serían realmente el futuro de la sociedad.

Este ensayo explora las tres etapas de la vida - niños, jóvenes y adultos - y detalla sus roles, funciones y conexiones mutuas en la construcción de una sociedad equilibrada y próspera.

 

Los Niños: El Pasado y el Presente de las sociedades

Los niños representan tanto el pasado como el presente de una sociedad. Son el reflejo de lo que fuimos: inocentes, curiosos y llenos de potencial latente. Ellos encarnan la esencia de la humanidad en su forma más pura, con un sinfín de posibilidades por delante. Los niños no solo heredan las tradiciones, valores y conocimientos de generaciones anteriores, sino que también absorben las dinámicas y desafíos contemporáneos. Un ejemplo práctico se reflejaría en un hogar donde se educa con la palabra y el ejemplo; los niños desarrollarán una actitud positiva hacia la responsabilidad, el respeto y la proactividad. Este entorno fomenta su crecimiento y establece una base sólida para su desarrollo futuro. A su vez, los niños influyen en los adultos, recordándoles la importancia de la paciencia, la creatividad y la adaptabilidad. La interacción constante entre niños y adultos crea un ciclo de aprendizaje y adaptación mutua, donde los adultos enseñan y al mismo tiempo, aprenden.

 

Los Jóvenes: El Presente y el Futuro Potencial

Los jóvenes son el presente de las sociedades y un posible futuro para los niños. Ellos reflejan las oportunidades, valores y aspiraciones de la sociedad actual. Las decisiones y acciones de los jóvenes moldean el curso del desarrollo social, económico y cultural. Están en una etapa crucial donde definen su identidad, establecen sus metas y comienzan a asumir responsabilidades significativas. Un joven que se decanta por una carrera específica, generalmente, suele estar condicionado por los influjos sociales: el nivel de información del que dispone, así como aquello que la sociedad considera valioso. Los jóvenes, al involucrarse activamente en su comunidad y asumir roles de liderazgo, también influyen en los niños, quienes los ven como modelos a seguir. Además, los jóvenes son moldeados por los adultos, que les proporcionan orientación y apoyo, ayudándoles a tomar decisiones informadas que afectarán su futuro y, por ende, el futuro de la sociedad.

Los Adultos: El Presente y el Futuro inmediato de las sociedades

Los adultos son el presente de las sociedades y un posible futuro para los jóvenes. Ellos representan el resultado de las decisiones y oportunidades del pasado, y al mismo tiempo, actúan como modelos y mentores para las generaciones más jóvenes. Los adultos tienen la responsabilidad de crear un entorno que fomente el crecimiento y el desarrollo de los niños y jóvenes, proporcionando las herramientas y el apoyo necesarios para su éxito. Los adultos, a través de sus acciones y decisiones, establecen el contexto en el que los jóvenes se desarrollan. La estabilidad y el progreso de una sociedad dependen en gran medida de la capacidad de los adultos para guiar y apoyar a las generaciones más jóvenes.

 

En definitiva, la idea tradicional de que “los jóvenes son el futuro de las sociedades”, necesita una revisión urgente. Si bien los jóvenes juegan un papel crucial, el verdadero futuro de las sociedades está intrínsecamente vinculado a la forma en que los adultos moldean el presente y a cómo las oportunidades y valores actuales se transmiten a las generaciones venideras.