¿Y si D/dios y el Big Bang fuesen lo mismo?

 


EL SER SUPREMO


Preámbulo

  La intención inicial de este artículo era servir de museo, una biblioteca o una enciclopedia de todas las deidades conocidas, sus historias y teorías, pero tardaríamos una eternidad, además, no disponemos de tanta información, no queremos herir la sensibilidad de nadie, ni ofender sus creencias, no venimos abordar lo ya abordado, sino reflexionar sobre ello y tratar de cuestionarnos todo cuanto ya teníamos asentado. El apartado trata de aliviarnos, en la medida de lo posible, de los miles y miles de autores, testimonios y, por supuesto, se le ahorra al lector la eterna discusión sobre si existe D/dios o no.

  Un conocimiento milenario muy bien conservado hasta ahora, advierte sobre la cuestión de la existencia o no existencia, pues, indistintamente a si un ente existe o no, el hecho de que gradúe el comportamiento de unos terceros y que éstos comiencen de actuar en consecuencia, aquello sin saber cómo ya le da un nivel de existencia al ser en cuestión. La idea del “cuco o coco” original de la cultura Bantú y más concretamente en la etnia fang de Guinea Ecuatorial es un excelente ejemplo. A los niños se les advierte ser obedientes porque en caso contrario se llamaría al cuco y él se los llevaría.

  Los filósofos dirían “entes de razón”, los sociólogos hablarían de “histeria colectiva” y los psicólogos de “paranoia”, en todo caso, aunque solo comience de existir en nuestra mente, continúa afectando a nuestras vidas, pensamientos, realidad hasta llegar a nuestros cuerpos y no hay nada más material y físico que eso.


Entremos de lleno

  Bueno, desligándonos totalmente de la línea común al abordar la cuestión del Ser Supremo, el presente apartado pretende aventurarse en encontrar el denominador común a todas sus concepciones en el mundo y, por supuesto, visibilizar lo ficticio de todo cuanto hasta ahora hemos considerado real e incuestionable.

   Se es consciente que no será fácil de digerir para todos, pero lo cierto es que, la verdad objetiva sobre el ser supremo es que es una entidad creadora, un benefactor desinteresado, pero sobre y, ante todo, una fuerza motriz. Estas características son comunes en el D/dios religioso, el Big Bang científico y cualquier otra energía que se considere como Ser Supremo.

Como entidad creadora: si nos despojamos por un momento de todas nuestras preconcepciones inventadas e impuestas sobre el Ser Supremo, el D/dios religioso no nos seguirá pareciendo tan distinto del Big Bang científico, en realidad, los dos son dadores de vida y aunque sus métodos y explicaciones sean aparentemente opuestas, han llegado supuestamente al mismo fin; crear el universo, la naturaleza y todo lo existente.


• Como benefactor desinteresado: la motivación Intrínseca, el Big Bang y el suflo de vida son tan benevolentes que dan aliento al humano como al animal, al violador o asesino como a todo hombre o mujer considerados como honestos.


Como suflo de vida: de ese gran regalo gozan tanto los homosexuales como los heterosexuales, los pedófilos y pederastas, así como el resto de hombres y mujeres supuestamente equilibrados. Existen tigres peligrosos como gatos adorables, unos capullos asquerosos como unas mariposas realmente hermosas.


   Se es consciente de que llegados a tal nivel de replanteamiento de nuestra existencia y de qué realmente supone el Ser Supremo, alguno se preguntaría desconcertado, entonces, ¿Cuál es el sentido de nuestra existencia? Lo cierto es que aquello no tendría que ser motivo ninguno de preocupación o desesperación, pues, al margen de que el artículo de arriba ya lo explica todo, las pistas de la naturaleza para el descubrimiento de nuestro propósito en la vida son bastante evidentes, tanto que son innatas a todo ser viviente. La primera de las señales es nuestra concepción y posterior nacimiento, la segunda es que tienen que enseñarnos a la fuerza a creer en Jesús, Jehová, Alá, Thanos, Spider Man, Naruto y la tercera señal también evidente es la cuestión del éxito, es de ingenuos tratar de conseguir el éxito boicoteando a los demás, pues el éxito no se consigue a costa de los demás, sino con ellos.

  Cierto es que todos necesitamos un impulso, una razón de ser y hacer en la vida, un porqué para seguir existiendo, no se trata de la familia, la comunidad ni de la sociedad, sino de algo más individual y sumamente personal, la fuerza motriz que cataliza y canaliza nuestro fuego interior, aquello que da sentido a nuestra vida, esto es, un propósito, pero al respecto, suelen surgir dos posiciones antitéticas: por un lado los creyentes practicantes y fanáticos religiosos, para los cuáles nuestra vida, existencia, voluntad y destino están siendo observados, monitoreados y controlados por D/dios y, por el otro, los solo creyentes pero no practicantes y algunos considerados como ateos, los que desencantados por la idea de un D/dios cruel, afirman que la vida es un absurdo y sin sentido alguno. 

  Ante estos dos posicionamientos totalmente opuestos, hemos de hacernos ciertas preguntas para alcanzar una tercera visión un poco más conciliadora: para el segundo grupo ¿cuál es realmente el sentido objetivo de la vida y nuestro propósito en ella? Para el primer grupo ¿debemos y podemos ser buenas personas independientemente de la existencia de D/dios? Y otras preguntas comunes ¿de qué serviría nuestra bondad si D/dios no existiese? ¿los papas, profetas, sacerdotes, pastores, gurús, mentores, influencers, los libros sagrados, las redes sociales pueden conducirnos al descubrimiento de nuestro verdadero propósito en la vida? Para la tercera perspectiva, la vida en sí misma es solo vida, no está siendo manipulada por ningún supuesto D/dios como aseguran los partidarios de la primera perspectiva, pero tampoco es un absurdo, sino la vida es Mba´aismo; armonía en la diversidad, una conciliación de las dos posturas anteriores, pues, sí que existe un Ser Supremo, pero solo como fuerza motriz, como energía vital, no posee la naturaleza que le hace involucrarse en las cuestiones humanas y rotundamente sí, la vida tiene sentido, aquel que le damos nosotros mismos a través de nuestra cosmovisión, nuestros valores, nuestros pensamientos, palabras y acciones.

  Si la vida en sí misma es solo vida, hacer el bien sería por ello como bañarse porque es bueno en sí mismo. Entonces, ser buenos porque lo dice la biblia sería como bañarse porque nos lo impone una figura de autoridad y en el momento que flojee tal figura nos sentiremos aliviados de la tremenda, agobiante y muy pesada carga de bañarnos, pero luego aparecerían los malos olores. La cuestión no es tan banal para los creyentes practicantes, pues, cuando se cuestiona su fe, suelen responder de la peor manera posible. Con todo, hemos de conseguir liberarnos de las ataduras y descubrir un propósito sin compromiso, hacer el bien y bañarnos por nosotros mismos e independientemente a que esté escrito en un libro o porque lo mandate una figura de autoridad humana o divina.

  En definitiva, el Ser Supremo es simple y sencillamente una entidad creadora, un benefactor desinteresado y un aliento de vida. La vida la damos sentido nosotros mismos a través de nuestras acciones. Por tanto, todas las atribuciones de padre de Jesús, un señor grande, blanco y con barba, legislador de los mandamientos, vigilante de los pecados, carcelero de los pecadores y escritor indirecto de la Biblia, Corán, Torá y demás libros, no son más que tonterías inventadas por los humanos para manipular, someter y ofuscar a millones y millones de personas por todo el mundo. 


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Comentarios

  1. Interesantes reflexiones. Nuestra forma de concebir la vida es lo que somos.

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